Investigación y divulgación del patrimonio cultural en Medellín.

Introducción a la arqueología del valle de Aburrá De Graciliano Arcilia Vélez, parte 2


Los pueblos indígenas en el Valle de Aburrá y la llegada de los conquistadores españoles.
Camino indigena en Santa Elena
Cultura y Geografía

Durante los 473 años de conquista del valle (cronología que comienza en 1541) nos la hemos pasado omitiendo peligrosamente una verdad aparentemente obvia. La vergonzosa relación del hombre español con el entorno natural y físico, casi nula, a no ser por su firme disposición en agotar los recursos naturales de que disponemos.

Los arqueólogos lo tienen claro, pero es una obviedad que vale la pena grabar con hierro: “La estructura geográfica con sus ríos y montañas, es bien sabido, determina ecológicamente los comportamientos biológicos de los animales e, inclusive, culturales del hombre”. (p.14, Ibid).

Llegada de Tejelo

Señala Graciliano el tomo LXXXII de los documentos de la Colección Muñoz en España, donde se encuentra “La Relación del descubrimiento de la provincia de Antiochia, por Jorge Robledo”, escrita por Juan Bautista Sardella, secretario de éste.

Allí está narrada la llegada de los españoles al valle, tal y como debió reconstruirla después Jorge Robledo, a lo mejor modificándola ligeramente, para suavizar la barbarie empleada en la empresa de la conquista, tan netamente monetaria.

Llegaron por la tarde a las faldas del occidente del valle, al día siguiente descendieron por lo que actualmente es San Antonio de Prado, alto de Barcino, Quebrada Blanca y Doña María y bajaron hasta donde hoy queda el barrio Guayabal y el municipio de Itagüí. En Guayabal se encontraba el poblado principal. Eran 12 hombres de a caballo y 20 de a pie, “los que tuvieron dificultad para no perecer con el ataque de los naturales, que aunque sin armas ventajosas eran muchos en número con macanas y lanzas de madera” (p.15, Ibid.). No los recibieron hincando la rodilla, aquí, como hubieran preferido de mil amores.

Según Sardella el día del descubrimiento del valle fue el 10 de agosto, y no el día de San Bartolomé, 24 de agosto de 1541, un día antes de ser abandonado el valle por los conquistadores. Escribe el secretario: “aquí estuvimos 15 días, en los cuales por llamamiento del capitán le vinieron todos los indios de paz, é servían a los españoles é así mismo vinieron otros pueblos á este comarcanos…”. (p16,ibd.).

Eran ecologistas los Chibchas

Durante los miles de años que habitaron aquí los diferentes pueblos Chibchas, supieron mantener virginal su medio natural, escribía así sobre el Valle de Aburra Miguel de Aguinaga, gobernador, en 1676: “…báñale un río saludable y delgada agua, en que desaguan los ríos llamados Porce y Nechí y otros riquísimos en minerales”. Había pasado poco más del primer siglo de conquista.

Estas aguas no conservarían la salud. Bastó un puñado de siglos de vida española para destruir un equilibrio biológico mantenido en el valle por varios milenios. 

Vasija Aburrae en el Museo Universidad de Antioquia - Foto Raíces Robledo
Robledo quiso ver qué había por los lados de Arví, pasando el río y subiendo la montaña que hoy es la carretera hacia Santa Elena, (escribe Sardella) pero al encontrarse caminos más “anchos que los del Cuzco” y bohíos a manera de depósitos, “el capitán no se atrevió a seguir aquellos caminos, porque quien los había fecho, debía ser mucha posibilidad de gente”.

No era el mariscal Robledo un Don Quijote, dispuesto a batirse a muerte contra un ejército de hombres desnudos. Visto con un lenguaje más escueto Robledo era para los indígenas un Demonio. “Ai”, era para los Nutabes, otro de los pueblos que habitaban el Valle, al mismo tiempo “Demonio” y “Hombre blanco”.

Si nos fijamos bien en los bigotitos puntiagudos del Mariscal Robledo, ¿no tienen algo de Mefistófeles, esa encarnación del diablo de la literatura Alemana? 
El conquistador Jorge Robledo

Refiere el cronista de Robledo que se encontraron construcciones de piedra abandonadas.Cuando preguntaron quién las habían construido entendieron (no hablaban español los aborígenes) que eran más antiguos que los pobladores actuales. No lo creo, como tengo derecho. La historia aquí fue escrita por los vencedores, es decir, manipulada por ellos. ¿Y si lo que Robledo encontró fue una ciudad espléndida de la cual debía apoderarse, destruyéndola, de ser necesario? Después, para la historia, anotó que ya estaba abandonada cuando llegaron, ¿pero no pudo ser él quien la desalojó? Pero Robledo, que sabía leer, no iba a permitir que su secretario escribiera en los anales atrocidades demasiado evidentes. No se les puede creer a los cronistas españoles al pie de la letra.

“La disparidad cronológica establecida por la información de los cronistas es a veces muy insegura, no solamente por la disparidad entre ellos mismos, omisiones, equivocaciones calendáricas, … los hechos eran registrados algún tiempo después” (p.11).

Introducción a la arqueología del valle de Aburrá De Graciliano Arcilia Vélez - Parte 2